sábado, 18 de abril de 2009

El amor, cara y cruz


El amor, como las grandes cosas, es misterioso y paradójico. Tiene su cara y su cruz.

En esta época nuestra, donde sólo se buscan las cosas que siempre aportan algo más: los alimentos superartificialmente vitaminados y nutritivos; las máquinas que nos rodean, con una maraña de funciones casi imposibles de comprender y sobretodo de llegar a ser necesarias; los productos para el pelo, alucinantemente alisadores con vitaminas de seda en la mascarilla capilar, o todo lo contrario, según sea tu cabello, el de arriba o el de abajo.
También a las relaciones se le piden gran cantidad de prestaciones: de gran entendimiento, de gran libertad, de gran compenetración, de sensaciones únicas y no antes vividas.
Y al amor se le pide, a sus flechas, muchísimo. Necesitamos y exigimos del amor grandes pasiones, y grandes éxtasis. Se le demanda lo mismo que a esos centros de estética a los que va la gente para que la transformen, a base de remedios casi mágicos y sin esfuerzo alguno. Se espera del amor que nos llene de cosas.
Y el aspecto mágico del amor, es el revés, no lo que se espera de sus flechas, sino de lo que nos despoja, de lo que nos vacía.
El amor, te invita a vaciarte de ti, y hacer un hueco. Y en la medida que tú desapareces, aumenta el espacio creado para que quepan los otros. Y esa puede que sea su paradójica grandeza.

Y es en ese vacío, correspondido o no, entendido o no, donde generosamente, la vida aflora, te inunda, y te renueva.




Foto: Cupido
Momento musical: Cupid - Amy Winehouse



“Cupid draw back your bow
And let your arrow flow.
Now Cupid if your arrow makes her love strong for me
I swear I'm gonna love her until eternity”



Besos para tod@s

No hay comentarios: