”La Tempestad de Giorgione es, simplemente, la naturaleza que se deja ver sin que a ella le importe, como no le importa a la estrella si alguien la está mirando o no, como no le importa al río, al agua, al fuego, si uno se va a quemar o si se está acercando, eso es cosa de uno mismo. Todo ello parece de una gran serenidad, y al mismo tiempo, de una inmensa indiferencia.”
(Dictados y sentencias – María Zambrano)
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Ayer a media tarde de vuelta al sur y atravesando la baja Extremadura, me sorprendió una gran tormenta. De repente el termómetro empezó a bajar a un ritmo bestial hasta los 17º y casi se hizo de noche en cuestión de minutos.
Las luces de freno de los coches que iban delante empezaron a brillar y los intermitentes a parpadear todos juntos. Parada en seco (sobre mojado) en mitad de la Autovía de la Plata; al reanudar la marcha había varios coches con el morro espachurrado unos encima de otros. Me dieron ganas de parar y esperar a que pasara, peeeero estas cosas no se saben cuánto van a durar, así que con los ojos bien abiertos y despacito decidí seguir. Se me hizo eterno hasta que por fin deje atrás el gran nubarrón que seguía viendo por el espejo retrovisor…
Y llegué a Sevilla sana y salva
y lucía el sol
y el termómetro volvía a pasar de los 30º…
Hoy ha llovido y está nublado, peeeero dicen los estudiosos del tiempo que va a ser sólo hoy (menos mal, me apetece seguir con el veranito…)
Foto: Ayer, bajo la tormenta (imposible pillar un rayo…)
Momento musical: Tormentas – McEnroe
Besos para tod@s
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