¡Menos mal que tenemos dentro de nosotros un sitio donde poder descansar!
La dimensión más profunda de nuestra vida, la que vive en nuestro interior, repara todos los errores por grandes que estos sean, borra las torpezas, disuelve la niebla e ilumina cualquier oscuridad, hasta los rincones más tenebrosos.
Es, lo que en cualquier caso y siempre, empuja a cada uno hacia la verdad de su vida.
No es en los libros donde debes buscarlo, porque por fascinantes que sean, no podrán compararse nunca con una vivencia total, al igual que no es, leyendo el prospecto de un medicamento, como nos curamos, sino tomando la medicina. Lo mismo ocurre consultando la carta del más refinado y lujoso restaurante ya que eso alimenta menos que si comiéramos un humilde trozo de pan.
Una experiencia con lo de dentro, resulta vivificante, es decir, da la vida y es la vida, si sabes acogerlo.
Y naturalmente está en ti, ya está dentro de ti y desde siempre. No puede quitártelo nadie, ni tampoco dártelo, viene contigo desde siempre, incluso si lo ignoras o lo rechazas, incluso si vives de espaldas, o incluso si te dedicas a herirlo o liquidarlo. Hay algo que vive en lo más profundo, un latido, un palpitar misterioso y potente.
¿Has probado alguna vez a caminar en un bosque de montaña cuando cae la nieve?
Mientras vas caminando oyes el sonido de tus pasos, de tu respiración, del roce de tus ropas, de lo que ves alrededor tuyo y se trata de un bonito paisaje, de un bonito paseo, solamente.
Pero para que esa belleza se transforme en algo más, debes pararte. Solo entonces, en el inesperado silencio, cuando se acallan todos tus ruidos, podrás oír que el bosque tiene voz propia. Hay una voz hecha de muchos pequeños sonidos distintos, murmullos delicados, crujidos casi imperceptibles y pequeños repiqueteos. Es como si se tratara de una respiración inmensa dentro de la cual la tuya, más pequeña, tuviera su sitio. No somos el centro del universo sino que formamos parte de un todo inmenso y cósmico.
La voz de lo de dentro, se asemeja a la del bosque: apacible, continua, profunda y sutil a la vez, y requiere para manifestarse que te detengas y calles todos tus ruidos, todas tus crispaciones, todos tus egoísmos, pues sino no percibirás nada salvo tus desajustes, tu limitaciones y el gran espectáculo de la vida quedará vedado y ni siquiera sospecharás todo lo que has dejado de percibir. Es como si vivieras frente al sol más radiante y luminoso y decidieras permanecer con las persianas cerradas a cal y canto: y mientras tanto, lo más grandioso ha estado ahí mismo, desde siempre y tú, ajeno, de espaldas a todo, lamentándote de lo complicado que es vivir, o de lo desgraciado que eres.
Lo de dentro nos ofrece un corazón vivo y una mirada atenta.
Y a veces, la vivencia es tan grande, que aparecen las lágrimas, las grandes exiliadas de nuestro tiempo.
De repente los ojos están vivos ¡ven!
El corazón se apacigua y ¡siente!
Y puede que lloremos de alegría, de arrepentimiento, de emoción
Lloramos porque creíamos que éramos prisioneros, y sin embargo somos libres.
Y en vez de rechazarlo, negarlo o perseguirlo, podemos acoger y celebrar el esplendor de la vida dentro de nosotros, y contemplar el cielo, y escuchar el viento.
Hoy, como otras muchas veces, un amigo me he enviado una foto...
pero esta de hoy me ha gustado especialmente, así que me he puesto a buscar entre mis cosas un texto de los muchos que él también me envía.
El autor no lo conozco, disculpadme, sólo sé que me lo envió "il mio caro amico Donage..."
Ahora ya solo me queda elegir una canción pensando también en él.
Foto: El sillón de la contemplación
Momento musical: He said to me that day - Helena Goch
Ya está todo Donage!!!
Espero que te guste.
Hoy va por ti.
Besos para tod@s
y muchos muchos muchos para ti....
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